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En abril de 1615, tres naos balleneras vascas zarparon desde el puerto de San Sebastián rumbo a Islandia. Allí, tras algunos roces con la población local, los marineros se hicieron con grandes cantidades de grasa de ballena. Esta materia era muy valorada en la época, y los vascos celebraron su estupenda temporada de caza. Pero, contra todo pronóstico, la noche anterior a su regreso una terrible tormenta destruye sus barcos. Las tres tripulaciones quedan atrapadas en la isla más pobre de Europa, durante la conocida como “pequeña edad de hielo”. Además, el sheriff de la zona alza en su contra a varias comunidades campesinas, que tratarán de acabar con ellos. Proscritos y perseguidos, intentarán sobrevivir y escapar… ¿Lo conseguirán?

Baskavígin: La Matanza de los Balleneros Vascos es la primera obra de producción propia de Old Port Films. También es mi ópera prima como director de un largometraje documental. Ha sido, sin duda, el proyecto de mayor envergadura que hemos desarrollado hasta la fecha. Ha supuesto sobreponerse a multitud de retos, superando nuestras limitaciones como productora pequeña y de presupuesto reducido. La historia también implicaba un fuerte sentimiento de responsabilidad: queríamos contarla, y contarla bien.

En este artículo analizo los principales desafíos a los que se enfrentó exitosamente cada departamento. Aunque no tengo espacio para mencionar a cada miembro del equipo, confío en que sirva como pincelada de las decisiones más importantes que han acabado dando forma al documental. No hay spoilers. Si no has visto la película, esta lectura te aportará ciertas claves que pueden enriquecer su visionado posterior. Si ya la has visto, ¡gracias! Tienes a continuación un pequeño “making of” que complementa la experiencia. En ambos casos, espero que te resulte interesante.

Las tres vías

Baskavígin: La Matanza de los Balleneros Vascos emplea tres vías principales para contar la historia y exponer los sucesos. Por un lado, las entrevistas a los expertos contextualizan y aportan información. Por otro, las infografías y grabados animados ayudan a visualizar y comprender los hechos. Y por último, las escenas de recreación histórica implican emocionalmente al espectador, favoreciendo que pueda empatizar con los personajes, entrando en la época y viviendo la experiencia desde dentro.

Organizar todos estos datos, fechas, lugares, números, nombres… y transformarlos en un discurso audiovisual creíble y coherente ha requerido el esfuerzo conjunto de muchos equipos. Pero empecemos por el principio…

Documentación y guión: la vista del águila

Aner Etxebarria, guionista y mi socio en Old Port Films, es la semilla de este proyecto. Una llamada de un antiguo profesor y varias conversaciones con el escritor Antxon Pérez Foncea pusieron a Aner tras la pista de esta historia, muy conocida en Islandia pero no tanto en nuestro país antes de que saltara a la prensa. Aner llevó a cabo un estudio exhaustivo de las fuentes, recopilando información, digiriéndola y ordenándola.

Fue él quien dirigió las entrevistas a los expertos, haciendo las preguntas correctas para indagar más sobre el relato. Me encantaba comprobar cómo, aunque cada experto era una autoridad indiscutible en su materia, la visión general a la que había llegado Aner era envidiable y sorprendió a más de uno. Además, como buen guionista, una vez lo tuvo claro en su cabeza, pensó en el mejor modo de exponerlo todo en formato audiovisual y de manera clara e interesante para el espectador.

Su mayor acierto fue abogar por la figura del erudito Jón Gudmundsson como narrador de la historia. Podría haber sido cualquiera de los tres capitanes, pero focalizar el relato a través de este personaje histórico por el que precisamente conocemos hoy en día lo sucedido fue una gran decisión, además de un pequeño acto de honor y reconocimiento hacia la memoria de este islandés que jamás comulgó con lo sucedido.

Aner con su narrador, Jón Gudmundsson

Producción: las mil y una variables

Siempre me fascina la capacidad de nuestra productora ejecutiva, Katixa de Silva, para estar a mil cosas y no volverse loca en el proceso. Ella es capaz de gestionar infinidad de factores antes, durante y después del rodaje, en la fase de postproducción y distribución. Desde ponerse en contacto con muchísimas personas que jugaban un papel fundamental en el proyecto, hasta decidir cuánto y dónde se destinaba del presupuesto, pasando por toda la coordinación logística… TODO pasaba por Katixa. Y menos mal.

Katy buscó formas creativas de financiar el documental, como una exitosa campaña de crowdfunding en Verkami o la subasta de un cuadro conmemorativo del artista Iñaki García Ergüin. También planificó la ruta más eficiente posible para las fechas de rodaje en Islandia junto con el coproductor local. Llegó incluso a viajar con nosotros embarazada de casi seis meses en nuestra primera visita al país, para las jornadas de entrevistas. Esta chica es todoterreno.

Arte y Vestuario: el diablo está en los detalles

A veces, la diferencia entre que un marinero parezca un ballenero y no un pirata reside en cómo le cuelga un pañuelo o cómo le queda un gorro. Josemi Laspalas, y su ayudante Adrián Suárez, lo saben. Josemi diseñó el aspecto tanto de los personajes vascos como de los islandeses. Realizó para ello una importante labor de documentación histórica, sin olvidar otras claves audiovisuales que pudieran ayudar a matizar la distinción de estatus social entre un marinero y un capitán, o un campesino y una autoridad de la isla como pueden ser el sheriff o el pastor luterano.

Además, Josemi y Adrián también hacían auténticas virguerías con la completa transformación de espacios, llegando a mutar una de las salas de las bodegas Eguren Ugarte en el interior de una nao, o las estancias del Baserri Igartubeiti en cabañas islandesas o en el camarote de Ascensio.

Falseando los interiores de las naos
Falseando los interiores de las naos

Fotografía: la luz y el color de una época

He visto a nuestro director de fotografía, Jorge Roig, y su equipo trabajar en situaciones complicadas. Volar un dron en alta mar a pesar del viento y los mareos, adaptarse a espacios más pequeños de lo esperado, rodar sin luz, con frío, lluvia… Nada les ha impedido crear unas imágenes preciosas. Su forma de emplear la luz para realzar espacios, generar sensaciones y desarrollar atmósferas ha sido espectacular.

Creo que Jorge y yo hemos trabajado en armonía en cuanto a cómo mostrar las escenas de las matanzas. Jón Gudmundsson las describe con mucho detalle en sus manuscritos, y son actos de extrema violencia y crueldad. Sin embargo, yo quería huir de un tratamiento gore que buscase el morbo fácil, cuando hubiese sido una decisión fácil e incluso justificada. Era importante lograr un equilibrio: que se entendiese la violencia de estos actos, sin caer en lo naíf, pero siendo respestuosos y sin recrearnos en el sufrimiento en sí. Jorge apoyó y potenció esta decisión mediante el empleo de luces y sombras, claroscuros, cámaras lentas… Las escenas resultantes son muy cinematográficas, donde la tensión de los asaltos, más que verse, se sugiere entre las antorchas y el humo.

Lo habitual es que el equipo de foto trabaje a contrarreloj en exteriores, antes de que se vaya la luz solar. Pero en Islandia te puede pasar lo contrario: grabar escenas nocturnas de apenas tres horas antes de que amanezca. ¡Corred, insensatos!

Una de las matanzas en Igartubeiti
Una de las matanzas en Igartubeiti

Efectos Visuales: magia entre los hielos.

En ciertos momentos del documental, sabíamos que teníamos que estar a la altura y dar la talla, aunque eso supusiese tirar la casa por la ventana. Ciertas escenas con mucho potencial narrativo y dramático, o aquellas más complicadas y exigentes, tenían que resultar verosímiles a ojos del espectador. Nada debía sacarle de la película. Y muchas veces eso pasaba por contar con unos buenos efectos visuales.

Decidimos destinar una parte importante de nuestro presupuesto a los profesionales de USER T38, y no podemos estar más contentos por ello. Clonar barcos, extras, añadir hielos, veleros, recrear una tormenta o una estación ballenera, borrar elementos anacrónicos, potenciar las matanzas… son sólo algunos ejemplos de lo que han desarrollado para Baskavígin.

Como director he aprendido mucho viéndoles trabajar durante el rodaje, capturando elementos y recogiendo detalles y datos imprescindibles para poder recrear después por ordenador las escenas de forma realista y creíble. Una gozada.

Un ejemplo de efectos visuales
Un ejemplo de efectos visuales

Sonido: las texturas invisibles

El sonido es uno de esos aspectos que, cuando te sientas a ver una película, automáticamente das por sentado que va a estar bien y te olvidas de él. Error. Hay alguien detrás que lo tiene que entender, mimar y cuidar con esmero. En nuestro caso Luis Cotallo ha sido la mente detrás de todo el diseño sonoro, velando por cada matiz, tanto a la hora de registrarlo en rodaje como de tratarlo después.

Cuando Luis pide silencio en rodaje, de pronto todo el mundo se calla, y te das cuenta de la cantidad de pequeños sonidos que están ahí escondidos, esperando que alguien los descubra y les preste esa atención tan necesaria. Tablas, maderas, crujidos, ropa, toses, un riachuelo cercano… El resultado final es un mix equilibrado de voces, música y texturas. Es tan natural, sutíl y psicológico que simplemente pasa desapercibido. Pero está ahí: contribuyendo a crear espacios, apoyando muchas situaciones y efectos, envolviendo al espectador en una atmósfera que le mantenga inmerso en la historia.

Todos preparados para la siguiente toma
Todos preparados para la siguiente toma

Música: otro pidgin vasco-islandés

Como se explica en el documental, un pidgin es un dialecto híbrido entre dos poblaciones cuyas lenguas no guardan relación directa pero que, por distintos motivos, desean entenderse. Es justo este concepto el que quise trasmitir a Hilmar Örn Hilmarsson, nuestro compositor islandés, para que lo aplicase en la banda sonora de la película.

Hilmar, que conoce de sobra la música tradicional islandesa, se documentó sobre las distintas influencias de la música tradicional vasca para llegar a esa fusión armónica de ambas. El resultado es una música bella y llena de solemnidad, con un leitmotiv que se mantiente a lo largo de la historia. Un tema que se modifica y adapta a las distintas situaciones, para acompañar la escena o reforzarla narrativamente.

Más allá de la distancia y la barrera del idioma, la relación ha sido fluida y para mi ha sido muy enriquecedor poder trabajar con él. Estoy seguro de que he creado un pidgin propio intentando expresar algunos conceptos abstractos al pobre Hilmar.

Acting: dando vida a los personajes

Por último, mi trabajo con el gran elenco de actores y actrices que han formado parte de este proyecto. Estoy muy contento con el casting, creo que todos ellos están muy bien en su papel. A pesar de situaciones complicadas por esperas, frío, lluvia… ha sido muy fácil trabajar tanto con los actores islandeses como con el equipo local.

Además, la buena química y ambiente de rodaje entre ellos ha propiciado que entrasen bien no sólo cada uno en su personaje, sino como parte de un conjunto mayor, resultando muy creíbles los distintos carácteres y relaciones de amistad o roces entre ellos. Esto era fundamental para que la historia se entendiese correctamente.

El momento que pasé mayor tensión fue la última noche, cuando tuvimos que empapar a Richard Sahagún y dejarlo a la intemperie en mitad de un vendaval helador. Estaba muy preocupado por él. Pero Richard aguantó estoicamente, y todo el equipo estuvimos muy volcados y concentrados en acabar la escena lo antes posible, poniendo todas las facilidades a nuestro alcance para que Richard pudiese hacer correctamente su trabajo.

Fin de rodaje y todos de una pieza
Fin de rodaje y todos de una pieza

Para concluir, quería mencionar nuestra resolución por respetar los huecos de la historia. Esto no es una ciencia exacta: aún hay puntos por esclarecer y datos que no se saben, y que tal vez no se sepan nunca. Pero en lugar de taparlos, decidimos no tener miedo a mostrarlos. Los expertos siguen investigando, ojalá nuevos documentos aporten más información sobre estos vacíos pendientes que, en parte, son la magia del relato.

A pesar del título, Baskavígin: La Matanza de los Balleneros Vascos no es un documental sobre asesinatos. Es un alegato sobre cómo dos culturas tratan de entender un suceso traumático que pudo distanciarlas, y la búsqueda de esas claves las une aún más.

Como solía decir Luis, ha sido una experiencia agotadoramente bella, que no se me va a olvidar nunca. Esperamos que sea la primera de muchas más aventuras que quedan por llegar.

Referencias adicionales:

Las fotografías de este artículo son de Andrea Yrazu, Foto Fija del proyecto. El último video ha sido editado por Maitane Aspe para el Making Of.